

Más del 60 % de la energía eléctrica generada en Puerto Rico se pierde antes de llegar al consumidor final, debido a ineficiencias en la generación, transmisión y distribución, según estimaciones del Departamento de Energía de EE. UU. (DOE) y del NREL.
Esto significa que por cada dólar que las familias pagan en su factura eléctrica, alrededor de 40 centavos se desperdician en fugas técnicas, equipos obsoletos o consumo ineficiente. Además, muchos hogares aún utilizan electrodomésticos antiguos que gastan hasta tres veces más energía que los de alta eficiencia.
Este despilfarro no solo incrementa los costos para los ciudadanos, sino que aumenta la dependencia del petróleo importado y las emisiones contaminantes, afectando la sostenibilidad y la resiliencia energética del país.
La eficiencia energética se refiere a la optimización del uso de la energía, logrando el máximo rendimiento con el menor consumo posible para realizar una tarea o servicio.
¿Cómo podemos reducir el consumo energético sin afectar nuestra calidad de vida?